Paul Post, quien comenzó la investigación para recuperar las obras sustraídas de Ámsterdam durante la Segunda Guerra Mundial, contó sus sensaciones tras el hallazgo en Mar del Plata.
Lo que comenzó como una simple limpieza del altillo terminó por cambiarle la vida a Paul Post. Hace 15 años, este investigador neerlandés encontró el diario de guerra de su padre, un funcionario de la Oficina Nacional de Diamantes de Ámsterdam durante la ocupación nazi. Ese hallazgo lo condujo a una investigación implacable sobre el saqueo sistemático de diamantes y obras de arte por parte del régimen de Hitler que tuvo una impensada derivación hacia Mar del Plata.
Los protagonistas de la noticia que tuvo repercusión internacional semanas atrás fueron los descendientes de Friedrich Kadgien, oficial de las SS y alto funcionario del Tercer Reich, cuyo nombre aparece una y otra vez en los documentos que Post fue desenterrando del olvido. Más precisamente, su hija Patricia, que vive en una casa del barrio Parque Luro.
“El trato que los alemanes daban a los comerciantes de diamantes judíos era atroz”, recordó Post en diálogo con el diario AD de Rotterdam. “Entregando diamantes, podían evitar la deportación. Al final, los deportaron de todos modos”, añadió.
Según la investigación del neerlandés, el saqueo fue mucho mayor de lo que se reconoce oficialmente. Aunque al finalizar la guerra se recuperaron algunas piedras preciosas en Alemania, Post asegura que una parte considerable jamás fue devuelta a los Países Bajos. “Las cifras no cuadran. Los registros oficiales están incompletos o fueron manipulados”, aseguró.
El nombre de Friedrich Kadgien surgió como un hilo conductor de estas desapariciones. Abogado, oficial de las SS y figura clave del Plan Cuatrienal -el esquema económico nazi para sostener su industria bélica-, Kadgien fue también una pieza clave en la operación de saqueo de activos valiosos, incluidos diamantes y arte.
Cuando la derrota nazi era inminente, Kadgien huyó a Suiza cargado con parte del botín. Fue interrogado por autoridades suizas y también por los estadounidenses, quienes concluyeron que poseía “considerables activos”. Sin embargo, no fue arrestado ni juzgado. “Cinco años después, reaparece en Sudamérica, con una empresa comercial y una nueva vida”, señaló Post con indignación.
Giro impactante
Uno de los giros más impactantes en la investigación ocurrió cuando Post recibió en Países Bajos un enlace a una inmobiliaria marplatense. En una de las fotos de una vivienda local, perteneciente a Patricia Kadgien, detectó la presencia del cuadro “Retrato de una dama”, del artista italiano Giuseppe Ghislandi, lo que lo llevó a identificar la obra robada. “¡Bingo!”, dijo entonces. “Fue una grata sorpresa, pero también una prueba: Kadgien se llevó objetos valiosos después de la guerra”, explicó.
Ficha consultar de Friedrich Kadgien en Brasil.
No obstante, Post no ocultó en la entrevista con el importante medio de su país la frustración ante las trabas institucionales. “Los ministerios holandeses respondieron con vacilación”, denunció. Y agregó una sospecha inquietante: “Cuando los investigadores quisieron interrogar a Kadgien en Suiza, se les negó el acceso. Había intereses mayores en juego”.
Un documento estadounidense de la época confirma sus temores. El entonces embajador en Francia, Jefferson Caffery, escribió: “Kadgien aún podría sernos útil; posee considerables activos en el extranjero”. Tras esa afirmación, toda investigación se detuvo.
El nombre que no se quiso borrar
Pese a que Kadgien usó su propio nombre tanto para escapar de Europa como para montar negocios en Brasil y Argentina, nunca fue detenido ni procesado. “¿Hizo un trato con los estadounidenses? ¿Qué esconden?”, se preguntó. Y, acto seguido, respondió: “Parece que ciertas cosas deben permanecer ocultas”.
De todas formas, Post señaló que su cruzada está lejos de concluir, porque la verdad sigue siendo un deber ineludible: “Hay secretos enterrados en la historia que todavía esperan salir a la luz. Y yo no pienso detenerme”, concluyó.